Marco Rascón
La ciudadanía se construye; el ser civilizados es una obra educativa que depende del ejercicio de obligaciones y derechos. En ello, la construcción de reglas políticas es fundamental para distinguir entre un sistema democrático o uno autoritario, entre una democracia representativa o una partidocracia.
México lleva en “transición” más de 30 años, desde la reforma política de 1977 que se abrió el registro al Partido Comunista Mexicano (PCM) y nació la representación plurinominal. Lo que fue avance original para el pluralismo, paulatinamente se fue cerrando.
No obstante, las reformas electorales han sido muchas en favor de los partidos y pocas o cada vez más combatidas, las que tienen que ver con la ciudadanización de la política. Una de las más recientes ha sido sacar de la cuenta de los votos válidos el rechazo general a todos los partidos o el voto por candidatos independientes, que son considerados “votos nulos”.
El pasado viernes 29 hubo dos acontecimientos para el debate electoral. El primero es histórico, pues el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) decidió admitir la demanda de Elisa de Anda, candidata independiente a diputada federal por Coyoacán, en su juicio para la protección de los derechos políticos y electorales del ciudadano, contra la resolución del Instituto Federal Electoral (IFE) que le negó ese derecho. Esto es una resolución diferente del caso de Jorge Castañeda, como ella misma señala, pues los propios órganos electorales, como el TEPJF, serán los que tendrán que debatir sobre su derecho constitucional y como parte de las garantías individuales, que es el derecho de un ciudadano a ser votado, o si es válida la limitación del derecho exclusivo de los partidos políticos a postular candidatos y que da base a un régimen electoral cerrado y a una partidocracia cada vez más aislada de los objetivos de la sociedad. Esta es una decisión sin precedente, dado que se reconoce el derecho de una ciudadana para inconformarse contra el monopolio de los partidos a postular candidatos.
El otro acontecimiento de ese día fue el debate en el Consejo General del IFE en relación con el voto independiente, considerado “blanco” por los consejeros, el cual es clasificado oficialmente como “voto nulo” que, dijeron, “debilita nuestro sistema de partidos”, va “contra la ciudadanización de las elecciones”, “genera dudas” y crea “una cámara de diputados debilitada”, según Benito Nacif y Arturo Sánchez, consejeros, y Susana Monreal, representante perredista (La Jornada, 30/5/09, p. 9).
Esta visión desde el IFE niega por ignorancia los orígenes de los cambios electorales en el país a partir de una amplia movilización ciudadana que permitió avanzar en el derecho a la representación plural, la alternancia, contra el régimen de partido único y partido de Estado, por el respeto al voto, contra las prácticas fraudulentas, contra el clientelismo y el corporativismo, por la autonomía de los órganos electorales, por la ciudadanización de los consejeros.
En nuestros días el resultado de esa larga marcha por la democratización de la vida política –si bien hubo alternancia y desapareció formalmente el partido de Estado o único– reportó nuevos vicios, que hicieron que se separaran los intereses de los partidos de los objetivos de la ciudadanía.
Tanto en lo que significa la función de los legisladores como de los gobernantes, da lo mismo si son de un partido u otro. Los colores y las siglas, como símbolos de la identidad ideológica y en conjunto de la pluralidad, se tornaron en un gris general donde lo mismo da votar por uno que por otro.
Es urgente, entrar en la crítica frontal de la partidocracia y la descomposición del actual sistema de representación política, pues lo que se está construyendo no son cambios ni mejorías, sino una tendencia hacia las formas autoritarias y las salidas de fuerza.
Los recientes acontecimientos, como la ineptitud sanitaria; las revelaciones de Miguel de la Madrid a Carmen Aristegui y las respuestas de Carlos Salinas y su hermano Raúl; los excesos en gastos de campaña y el costo de los medios en elecciones; el cruce de línea o frontera que separaba hasta hace unos días el narcotráfico de la política y que ahora se convierte en un solo tema; las luchas entre nepotismos; las campañas de odio entre candidatos y partidos; el canibalismo de votos entre aliados; el voto confuso; la falta de propuestas y programas; las consignas vacías; la mutación de una cámara a otra, de un puesto a otro; los acuerdos secretos entre partidos; las alianzas inconfesables. Todo es causa del desencanto, la abstención o el voto nulo y es lo que le responde a la partidocracia.
Este 5 de julio, votar independiente e instalar mesas alternas para expresar en un mural el sentido de nuestro voto, son propuestas desde una sociedad que busca retomar la iniciativa contra la paralización y la polarización maniquea de los partidos, que se disputan el vacío.
http://www.marcorascon.org
México lleva en “transición” más de 30 años, desde la reforma política de 1977 que se abrió el registro al Partido Comunista Mexicano (PCM) y nació la representación plurinominal. Lo que fue avance original para el pluralismo, paulatinamente se fue cerrando.
No obstante, las reformas electorales han sido muchas en favor de los partidos y pocas o cada vez más combatidas, las que tienen que ver con la ciudadanización de la política. Una de las más recientes ha sido sacar de la cuenta de los votos válidos el rechazo general a todos los partidos o el voto por candidatos independientes, que son considerados “votos nulos”.
El pasado viernes 29 hubo dos acontecimientos para el debate electoral. El primero es histórico, pues el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) decidió admitir la demanda de Elisa de Anda, candidata independiente a diputada federal por Coyoacán, en su juicio para la protección de los derechos políticos y electorales del ciudadano, contra la resolución del Instituto Federal Electoral (IFE) que le negó ese derecho. Esto es una resolución diferente del caso de Jorge Castañeda, como ella misma señala, pues los propios órganos electorales, como el TEPJF, serán los que tendrán que debatir sobre su derecho constitucional y como parte de las garantías individuales, que es el derecho de un ciudadano a ser votado, o si es válida la limitación del derecho exclusivo de los partidos políticos a postular candidatos y que da base a un régimen electoral cerrado y a una partidocracia cada vez más aislada de los objetivos de la sociedad. Esta es una decisión sin precedente, dado que se reconoce el derecho de una ciudadana para inconformarse contra el monopolio de los partidos a postular candidatos.
El otro acontecimiento de ese día fue el debate en el Consejo General del IFE en relación con el voto independiente, considerado “blanco” por los consejeros, el cual es clasificado oficialmente como “voto nulo” que, dijeron, “debilita nuestro sistema de partidos”, va “contra la ciudadanización de las elecciones”, “genera dudas” y crea “una cámara de diputados debilitada”, según Benito Nacif y Arturo Sánchez, consejeros, y Susana Monreal, representante perredista (La Jornada, 30/5/09, p. 9).
Esta visión desde el IFE niega por ignorancia los orígenes de los cambios electorales en el país a partir de una amplia movilización ciudadana que permitió avanzar en el derecho a la representación plural, la alternancia, contra el régimen de partido único y partido de Estado, por el respeto al voto, contra las prácticas fraudulentas, contra el clientelismo y el corporativismo, por la autonomía de los órganos electorales, por la ciudadanización de los consejeros.
En nuestros días el resultado de esa larga marcha por la democratización de la vida política –si bien hubo alternancia y desapareció formalmente el partido de Estado o único– reportó nuevos vicios, que hicieron que se separaran los intereses de los partidos de los objetivos de la ciudadanía.
Tanto en lo que significa la función de los legisladores como de los gobernantes, da lo mismo si son de un partido u otro. Los colores y las siglas, como símbolos de la identidad ideológica y en conjunto de la pluralidad, se tornaron en un gris general donde lo mismo da votar por uno que por otro.
Es urgente, entrar en la crítica frontal de la partidocracia y la descomposición del actual sistema de representación política, pues lo que se está construyendo no son cambios ni mejorías, sino una tendencia hacia las formas autoritarias y las salidas de fuerza.
Los recientes acontecimientos, como la ineptitud sanitaria; las revelaciones de Miguel de la Madrid a Carmen Aristegui y las respuestas de Carlos Salinas y su hermano Raúl; los excesos en gastos de campaña y el costo de los medios en elecciones; el cruce de línea o frontera que separaba hasta hace unos días el narcotráfico de la política y que ahora se convierte en un solo tema; las luchas entre nepotismos; las campañas de odio entre candidatos y partidos; el canibalismo de votos entre aliados; el voto confuso; la falta de propuestas y programas; las consignas vacías; la mutación de una cámara a otra, de un puesto a otro; los acuerdos secretos entre partidos; las alianzas inconfesables. Todo es causa del desencanto, la abstención o el voto nulo y es lo que le responde a la partidocracia.
Este 5 de julio, votar independiente e instalar mesas alternas para expresar en un mural el sentido de nuestro voto, son propuestas desde una sociedad que busca retomar la iniciativa contra la paralización y la polarización maniquea de los partidos, que se disputan el vacío.
http://www.marcorascon.org
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