Humberto Sesma Vázquez
México se encuentra entre los diez primeros lugares en el mundo en consumo de pornografía filmada legal e ilegalmente, y de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), ocupa el segundo lugar mundial en visitas y creación de sitios Web dedicados al porno, según revela un estudio realizado por Microsoft en 2008.1
Los filmes eróticos y pornográficos comenzaron a producirse casi tan pronto se inventó el cine, y se empezaron a exhibir en nuestro país desde principios del siglo pasado, llegando con la única demora que implicaba el viaje en barco. En su libro Los orígenes del cine en México 1896-1900 (México, FCE, 1983) Aurelio de los Reyes refiere que entre 1899 y 1900 se realizaron “proyecciones sólo para hombres” en las ciudades de Puebla, Guadalajara y Distrito Federal, que eran cortometrajes producidos en Europa donde se podían apreciar mujeres en sus entonces ropas íntimas y escenas de abrazos y besos, y que provocaron no solamente una gran animación del público masculino, sino también una gran controversia y la inmediata censura porfiriana.
Pero como todo lo prohibido causa invitación, tuvieron que pasar sólo cinco años para que en 1905 un compatriota alto, gordo, voyerista y rico (algunos investigadores de cine mexicano sospechan que probablemente se tratara de Arturo Alturraza, pionero en producir y editar material fílmico pornográfico en el país), armado con una cámara de aquellos años, se convirtiera en el primer productor de cintas pornográficas a nivel nacional, usando hoteles de paso en Puebla como escenarios y parejas de huéspedes ocasionales como actores, para editar y proyectar él mismo (sin el consentimiento de nadie, excepto del público ansioso por ver) sus cortometrajes de sexo explícito en el Cinema Venecia, que estaba en la calle de la Santa Veracruz, atrás del Palacio de Bellas Artes, en pleno centro de la capital. Fue el mismo Alturraza quien en 1914 intentó por primera vez y sin éxito, que las autoridades reglamentaran la producción y exhibición de pornografía en México.2
Resulta irónico que la industria cinematográfica nacional haya surgido formalmente a partir de 1917, cuando ya había organización, producción y exhibición de películas porno.
Desde esos años y hasta finales de los 50, se exhibieron en México (abierta o clandestinamente) películas pornográficas de distintas partes del mundo. La Filmoteca de la UNAM tiene en su acervo un total de 41 cortometrajes con una duración de entre uno y 20 minutos, que recuperó a partir de investigaciones, donativos o compras a coleccionistas. De ellas, 26 son realizaciones mexicanas.
Entre las películas nacionales más antiguas en este acervo están El sueño de fray Vergazo (donde por primera vez aparece un homosexual) y Las muchachas, probablemente realizadas a finales de la década de los 20. La característica de estos filmes es que, a diferencia de los que les precedieron, los productores intentaron, por primera vez, recrear una historia con base en un guión.
Foto: Cuartoscuro/Germán Romero
Además de constituir, quizá, un tesoro en este género de la cinematografía mundial, resulta bastante ameno ver escenas explícitas de sexo a 20 cuadros por segundo, mudas aún, sin ninguna pianola haciendo de fondo musical, y con cartelitos entre escenas con frases como: “Qué hermosa eres”, “Qué ricos senos”, “¡Así, así se siente delicioso!” y además súper maquillados todos y con las ropas de entonces y cuya calidad no desmerecía de lo producido por Buster Keaton o Charles Chaplin.
Durante la llamada época de oro del cine mexicano la importación y exportación de filmes porno continuó de manera ascendente, aunque se exhibían en la clandestinidad. Llegado el periodo del llamado cine de ficheras, en la década de los 70 y 80, se produjeron en México, ya con ciertos permisos, diversas películas del género, que podían ser vistas sin complejos en el cine Teresa, el Río o el Savoy, aunque las casas productoras guardaron absoluto anonimato. Tan sólo aparecían los actores con sus seudónimos y el nombre del director (quizá también con seudónimo). A este periodo pertenecen el ciclo de las películas de “hoteles”: Hotel Tlalpan, Hotel Xochimilco, Hecho en Tepito, además de las importadas, especialmente de Estados Unidos y Europa.
A finales del siglo XX, la producción pornográfica nacional tuvo un impasse, debido a que los formatos en que eran realizadas (Beta y VHS) fueron pirateados y podían conseguirse comprados o rentados hasta en los puestos de periódicos por diez pesos, cuando los originales costaban entre 80 y 120 pesos.
A partir del año 2000, la Internet y los nuevos formatos como DVD levantaron grandes expectativas entre los cineastas porno mexicanos, pero la ilusión fue pasajera. Producir y distribuir es caro y la recuperación de lo invertido es incierto. Ya no digamos las ganancias.
Actualmente sólo hay una productora de cine porno mexicano (homosexual) sustentable y en progreso: Mecos Films (www.mecosfilms.com) además de una gran cantidad de pornógrafos anónimos que no buscan fama, sino sólo exhibirse y tal vez algo de dinero, a quienes distribuidoras como Wham Picture rechazan porque sus videos son de muy mala calidad y entonces los suben a blogs y páginas porno. Y nada más.
Los filmes eróticos y pornográficos comenzaron a producirse casi tan pronto se inventó el cine, y se empezaron a exhibir en nuestro país desde principios del siglo pasado, llegando con la única demora que implicaba el viaje en barco. En su libro Los orígenes del cine en México 1896-1900 (México, FCE, 1983) Aurelio de los Reyes refiere que entre 1899 y 1900 se realizaron “proyecciones sólo para hombres” en las ciudades de Puebla, Guadalajara y Distrito Federal, que eran cortometrajes producidos en Europa donde se podían apreciar mujeres en sus entonces ropas íntimas y escenas de abrazos y besos, y que provocaron no solamente una gran animación del público masculino, sino también una gran controversia y la inmediata censura porfiriana.
Pero como todo lo prohibido causa invitación, tuvieron que pasar sólo cinco años para que en 1905 un compatriota alto, gordo, voyerista y rico (algunos investigadores de cine mexicano sospechan que probablemente se tratara de Arturo Alturraza, pionero en producir y editar material fílmico pornográfico en el país), armado con una cámara de aquellos años, se convirtiera en el primer productor de cintas pornográficas a nivel nacional, usando hoteles de paso en Puebla como escenarios y parejas de huéspedes ocasionales como actores, para editar y proyectar él mismo (sin el consentimiento de nadie, excepto del público ansioso por ver) sus cortometrajes de sexo explícito en el Cinema Venecia, que estaba en la calle de la Santa Veracruz, atrás del Palacio de Bellas Artes, en pleno centro de la capital. Fue el mismo Alturraza quien en 1914 intentó por primera vez y sin éxito, que las autoridades reglamentaran la producción y exhibición de pornografía en México.2
Resulta irónico que la industria cinematográfica nacional haya surgido formalmente a partir de 1917, cuando ya había organización, producción y exhibición de películas porno.
Desde esos años y hasta finales de los 50, se exhibieron en México (abierta o clandestinamente) películas pornográficas de distintas partes del mundo. La Filmoteca de la UNAM tiene en su acervo un total de 41 cortometrajes con una duración de entre uno y 20 minutos, que recuperó a partir de investigaciones, donativos o compras a coleccionistas. De ellas, 26 son realizaciones mexicanas.
Entre las películas nacionales más antiguas en este acervo están El sueño de fray Vergazo (donde por primera vez aparece un homosexual) y Las muchachas, probablemente realizadas a finales de la década de los 20. La característica de estos filmes es que, a diferencia de los que les precedieron, los productores intentaron, por primera vez, recrear una historia con base en un guión.
Foto: Cuartoscuro/Germán Romero
Además de constituir, quizá, un tesoro en este género de la cinematografía mundial, resulta bastante ameno ver escenas explícitas de sexo a 20 cuadros por segundo, mudas aún, sin ninguna pianola haciendo de fondo musical, y con cartelitos entre escenas con frases como: “Qué hermosa eres”, “Qué ricos senos”, “¡Así, así se siente delicioso!” y además súper maquillados todos y con las ropas de entonces y cuya calidad no desmerecía de lo producido por Buster Keaton o Charles Chaplin.
Durante la llamada época de oro del cine mexicano la importación y exportación de filmes porno continuó de manera ascendente, aunque se exhibían en la clandestinidad. Llegado el periodo del llamado cine de ficheras, en la década de los 70 y 80, se produjeron en México, ya con ciertos permisos, diversas películas del género, que podían ser vistas sin complejos en el cine Teresa, el Río o el Savoy, aunque las casas productoras guardaron absoluto anonimato. Tan sólo aparecían los actores con sus seudónimos y el nombre del director (quizá también con seudónimo). A este periodo pertenecen el ciclo de las películas de “hoteles”: Hotel Tlalpan, Hotel Xochimilco, Hecho en Tepito, además de las importadas, especialmente de Estados Unidos y Europa.
A finales del siglo XX, la producción pornográfica nacional tuvo un impasse, debido a que los formatos en que eran realizadas (Beta y VHS) fueron pirateados y podían conseguirse comprados o rentados hasta en los puestos de periódicos por diez pesos, cuando los originales costaban entre 80 y 120 pesos.
A partir del año 2000, la Internet y los nuevos formatos como DVD levantaron grandes expectativas entre los cineastas porno mexicanos, pero la ilusión fue pasajera. Producir y distribuir es caro y la recuperación de lo invertido es incierto. Ya no digamos las ganancias.
Actualmente sólo hay una productora de cine porno mexicano (homosexual) sustentable y en progreso: Mecos Films (www.mecosfilms.com) además de una gran cantidad de pornógrafos anónimos que no buscan fama, sino sólo exhibirse y tal vez algo de dinero, a quienes distribuidoras como Wham Picture rechazan porque sus videos son de muy mala calidad y entonces los suben a blogs y páginas porno. Y nada más.
El marco legalLa industria cinematográfica nacional surge por el año 1917, cuando Azteca Film, fundada por Mimí Derba, produjo cinco largometrajes de ficción capitalinos, que nada tenían que ver con lo erótico, pero que abrió la puerta para que las autoridades miraran con seriedad la producción de cine y regularan, al menos, las exhibiciones.
Sin embargo, fue hasta 1941 que el Congreso ratificó el acuerdo firmado por Lázaro Cárdenas unos años antes, que obligaba la exhibición de películas mexicanas en todo el país, pero no abundaba sobre contenidos o clasificaciones y permisos. El 14 de abril de 1942 fue creado el Banco Cinematográfico con apoyo de la presidencia de Manuel Ávila Camacho, quien se percató de la necesidad de regular la producción y exhibición de cine, pues ésta iba en aumento, al igual que los monopolios de dicha industria. Los apoyos gubernamentales consideraban la exención de impuestos por exhibición sobre las películas nacionales y sobre la importación de materiales y equipo, situación que benefició a todos los géneros del celuloide, incluido el porno.
Fue hasta 1949 que se creó una ley específica para la industria cinematográfica. Esta ley tuvo algunas reformas en 1952. Sin embargo, tuvieron que pasar aún 40 años para que surgiera la Ley Federal de Cinematografía, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre de 1992.3
En el marco de la creciente producción e importación de películas porno o de contenido altamente violento se publicó en 2002, bajo el gobierno de Vicente Fox, el acuerdo mediante el cual se expiden los criterios para la clasificación de películas cinematográficas. Aunque ya era obligación contar con permisos de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) de la Secretaría de Gobernación desde la ley de 1992, no fue sino hasta la publicación de este acuerdo que se hicieron públicos los criterios para la clasificación del cine según género y público: AA, A, B, B15, C y D (antes sólo A, B y C) en donde el género porno está en la clasificación D. De este modo la producción pornográfica en México es legal, siempre y cuando cumpla con los permisos y registros de RTC y pague sus respectivos derechos e impuestos.
Pese a ello, la legislación mexicana sobre la materia aún deja muchos vacíos en lo que respecta a la producción y edición de este género de cine, como la contratación de actores, las escenas y todo lo que pueda aparecer en la película. Por ejemplo, en Estados Unidos, el país número uno en producción y consumo de cine porno, es ilegal que los actores aparezcan con máscaras, el sadomasoquismo, la tortura o incluso la sangre, o que en las escenas no haya tomas de sus rostros y gestos, debido a que en estas circunstancias se puede interpretar que no hay consentimiento explícito del actor para la realización de tales escenas y la ley estadounidense puede proceder por tortura o violación sexual contra los productores. Con esto ya sabemos que todo este tipo de material generado en aquel país y que puede ser comprado en Tepito o en Internet, es ilegal.
En Japón por ejemplo la pornografía es legal siempre y cuando las imágenes de coito o de sexo oral sean pixeleadas o difuminadas, razón por la cual la producción porno de Japón no se consume fuera de aquel país (nadie quiere ver porno donde se bloquee la imagen de lo que más interesa) y en cambio, ellos son grandes consumidores de pornografía, especialmente latina, por las mismas razones. Circunstancia aparte e irónica es que, a diferencia del porno con personas, el cine hentai (caricaturas pornográficas) japonés no es censurado en las mismas imágenes que el cine real.
Hecho en MéxicoLa legalidad de la producción de pornografía, el boom en la venta de cámaras a bajo costo (desde las famosas ocho milímetros en los años 80 hasta las videocámaras domésticas a finales de los 90) y las ganas de hacer este género de cine, además de la posibilidad de abrir mercados y hacer buenos negocios, motivaron a muchos mexicanos (la mayoría cinéfilos amateurs) a intentar producir cine porno durante los últimos 20 años del siglo XX. En el intento muchos fracasaron y perdieron, sobre todo por dos razones: la producción nacional era malísima y no podía competir con la extranjera y la piratería. Productoras surgían y desaparecían tras su primer rodaje. Incluso hubo algunas películas que ni siquiera alcanzaron a distribuirse porque ya la piratería se había encargado de hacerlo.
“En México no hay talento para este género, sólo se hace por placer”, aseguró hace algunos años la cineasta y pionera de cine porno mexicano Hena Morán, cuya productora, Exxxpose Producciones, con sede en Mérida, Yucatán, realizó varias películas pornográficas heterosexuales, primordialmente con enfoque en la mujer, como Platillos violadores (2000), Obsesión oscura (2001) y el audio cassette Historias Calientes. “La diferencia es el profesionalismo, la calidad de los aparatos que alquilan y las ganas que se tenga de hacerlo. La mayoría (de productores) lo hace dizque para hacer dinero rápido, pero lo hacen mediocremente y no te dan la cara. Conozco a cinco productores mexicanos que si les piden una entrevista no te contestan. ¿Cómo es que hacen algo que les deja tan bien para comer, según ellos, y se avergüenzan?”.
Para Morán el cine porno estadounidense es más “circo, maroma y teatro”, algo totalmente irreal, en comparación con el cine europeo que es “bastante sofisticado y costoso”. En México “no contamos con los medios ni los recursos que ellos tienen, por lo tanto no podríamos competir más que con talento”. Sobre los costos de producción Hena Morán se niega a comentar detalles, pero asegura que es por lo menos cinco veces menor que en Estados Unidos.4
Morán asegura que el mejor cine porno gay que se hace actualmente en México es el mejor. Y tiene razón.
En 2004 Gerardo Delgado, chef de profesión, estudiante de derecho, actor y cinéfilo, se asoció con un amigo para rodar la primera película porno gay mexicana de éxito: La putiza (2004), a la que siguió La verganza (2005) y la trilogía de Selección mexicana (2006-2007).
Sin embargo, fue hasta 1941 que el Congreso ratificó el acuerdo firmado por Lázaro Cárdenas unos años antes, que obligaba la exhibición de películas mexicanas en todo el país, pero no abundaba sobre contenidos o clasificaciones y permisos. El 14 de abril de 1942 fue creado el Banco Cinematográfico con apoyo de la presidencia de Manuel Ávila Camacho, quien se percató de la necesidad de regular la producción y exhibición de cine, pues ésta iba en aumento, al igual que los monopolios de dicha industria. Los apoyos gubernamentales consideraban la exención de impuestos por exhibición sobre las películas nacionales y sobre la importación de materiales y equipo, situación que benefició a todos los géneros del celuloide, incluido el porno.
Fue hasta 1949 que se creó una ley específica para la industria cinematográfica. Esta ley tuvo algunas reformas en 1952. Sin embargo, tuvieron que pasar aún 40 años para que surgiera la Ley Federal de Cinematografía, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre de 1992.3
En el marco de la creciente producción e importación de películas porno o de contenido altamente violento se publicó en 2002, bajo el gobierno de Vicente Fox, el acuerdo mediante el cual se expiden los criterios para la clasificación de películas cinematográficas. Aunque ya era obligación contar con permisos de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) de la Secretaría de Gobernación desde la ley de 1992, no fue sino hasta la publicación de este acuerdo que se hicieron públicos los criterios para la clasificación del cine según género y público: AA, A, B, B15, C y D (antes sólo A, B y C) en donde el género porno está en la clasificación D. De este modo la producción pornográfica en México es legal, siempre y cuando cumpla con los permisos y registros de RTC y pague sus respectivos derechos e impuestos.
Pese a ello, la legislación mexicana sobre la materia aún deja muchos vacíos en lo que respecta a la producción y edición de este género de cine, como la contratación de actores, las escenas y todo lo que pueda aparecer en la película. Por ejemplo, en Estados Unidos, el país número uno en producción y consumo de cine porno, es ilegal que los actores aparezcan con máscaras, el sadomasoquismo, la tortura o incluso la sangre, o que en las escenas no haya tomas de sus rostros y gestos, debido a que en estas circunstancias se puede interpretar que no hay consentimiento explícito del actor para la realización de tales escenas y la ley estadounidense puede proceder por tortura o violación sexual contra los productores. Con esto ya sabemos que todo este tipo de material generado en aquel país y que puede ser comprado en Tepito o en Internet, es ilegal.
En Japón por ejemplo la pornografía es legal siempre y cuando las imágenes de coito o de sexo oral sean pixeleadas o difuminadas, razón por la cual la producción porno de Japón no se consume fuera de aquel país (nadie quiere ver porno donde se bloquee la imagen de lo que más interesa) y en cambio, ellos son grandes consumidores de pornografía, especialmente latina, por las mismas razones. Circunstancia aparte e irónica es que, a diferencia del porno con personas, el cine hentai (caricaturas pornográficas) japonés no es censurado en las mismas imágenes que el cine real.
Hecho en MéxicoLa legalidad de la producción de pornografía, el boom en la venta de cámaras a bajo costo (desde las famosas ocho milímetros en los años 80 hasta las videocámaras domésticas a finales de los 90) y las ganas de hacer este género de cine, además de la posibilidad de abrir mercados y hacer buenos negocios, motivaron a muchos mexicanos (la mayoría cinéfilos amateurs) a intentar producir cine porno durante los últimos 20 años del siglo XX. En el intento muchos fracasaron y perdieron, sobre todo por dos razones: la producción nacional era malísima y no podía competir con la extranjera y la piratería. Productoras surgían y desaparecían tras su primer rodaje. Incluso hubo algunas películas que ni siquiera alcanzaron a distribuirse porque ya la piratería se había encargado de hacerlo.
“En México no hay talento para este género, sólo se hace por placer”, aseguró hace algunos años la cineasta y pionera de cine porno mexicano Hena Morán, cuya productora, Exxxpose Producciones, con sede en Mérida, Yucatán, realizó varias películas pornográficas heterosexuales, primordialmente con enfoque en la mujer, como Platillos violadores (2000), Obsesión oscura (2001) y el audio cassette Historias Calientes. “La diferencia es el profesionalismo, la calidad de los aparatos que alquilan y las ganas que se tenga de hacerlo. La mayoría (de productores) lo hace dizque para hacer dinero rápido, pero lo hacen mediocremente y no te dan la cara. Conozco a cinco productores mexicanos que si les piden una entrevista no te contestan. ¿Cómo es que hacen algo que les deja tan bien para comer, según ellos, y se avergüenzan?”.
Para Morán el cine porno estadounidense es más “circo, maroma y teatro”, algo totalmente irreal, en comparación con el cine europeo que es “bastante sofisticado y costoso”. En México “no contamos con los medios ni los recursos que ellos tienen, por lo tanto no podríamos competir más que con talento”. Sobre los costos de producción Hena Morán se niega a comentar detalles, pero asegura que es por lo menos cinco veces menor que en Estados Unidos.4
Morán asegura que el mejor cine porno gay que se hace actualmente en México es el mejor. Y tiene razón.
En 2004 Gerardo Delgado, chef de profesión, estudiante de derecho, actor y cinéfilo, se asoció con un amigo para rodar la primera película porno gay mexicana de éxito: La putiza (2004), a la que siguió La verganza (2005) y la trilogía de Selección mexicana (2006-2007).
La putiza es una película cuya trama se realiza en el ámbito de la lucha libre, tuvo un costo de 500 mil pesos y recibió dos premios en el Festival de Cine Porno de Barcelona: mejor guión y mejor película gay 2004. En México fue hasta un éxito mediático para la comunidad gay. Fue distribuida por Wham Picture, la más grande e importante distribuidora de cine porno en México. Todo en la producción de estas películas fue original: desde el concepto hasta la musicalización, y fue aderezada con efectos especiales en la post producción.
Desafortunadamente, La putiza y La verganza no pudieron exportarse a Estados Unidos (por el uso de máscaras y otros efectos) aunque tuvo gran demanda en Europa y Japón. La verganza, en cambio, pasó casi desapercibida en México pero no en el extranjero.
En 2006 Delgado fundó Mecos Films su productora, y comenzó el rodaje de la trilogía de Selección mexicana, que se distribuyó muy bien en Estados Unidos y cuya trama es un reality show que aborda el tema de la industria porno gay en México. En su página Web ofrece diversos servicios, como mensajería, videos gratuitos, enlaces y chat. Pese a todo, aún no es negocio.
Actualmente está en proceso de casting para rodar Corrupción mexicana, que tendrá como trama este problema social que afecta a la sociedad y a las instituciones, y que será lanzada en marzo o abril de este año.
Mexican porn starsLos actores porno mexicanos prácticamente trabajan por amor al arte y a su exhibicionismo. Oscilan entre los 18 y los 25 años de edad y ganan muy poco. Gerardo Delgado afirma sin problemas: “Nuestros actores ganan cinco mil pesos por escena. Si nuestro protagónico realiza seis escenas, ganará 30 mil pesos. Y así”. De sus actores, sólo Alonso (La putiza y La verganza) causó sensación en Estados Unidos y fue invitado por productoras de aquel país, donde actualmente continúa su carrera. Pero la mayoría de sus actores sólo aparecen en una película, “cumplen su sueño, su fantasía, y se van”.
Y lo mismo sucede en las películas porno heterosexuales. La mayoría de actores son ocasionales, y los que se profesionalizan en este género, prefieren guardar absoluto anonimato, a diferencia de los actores estadounidenses, europeos o asiáticos, que se convierten en porn stars y celebridades reconocidas en el mundo.
Hay mexicanos actuando en Estados Unidos que no iniciaron su carrera en nuestro país, sino que hicieron casting o fueron invitados a actuar y llegaron para quedarse. Entre ellos están Daysi (que además actúa en películas mexicanas exclusivamente para Internet), Rubí, Fabiola, Bibí, Natalia, Tamara, Carlos, Esteban y Freddy (y el propio Alonso, en cine gay), que realizan cine porno latino, mientras que hay tres consagradas en el cine anglosajón: Adriana Sage, Haley Paige (fallecida en 2007 a los 25 años de edad) y Sativa Rose. Y además está Buck Angel, el primer y único porn star transexual masculino, nacido en Yucatán, con gran éxito en el mercado del género en el país del norte.
Industria en crisisDiversos factores han frenado la proliferación y el éxito de productoras de cine porno en México, a pesar del enorme mercado que hay en nuestro país. El principal: la piratería, pero también la producción misma, porque la tendencia actual en esta industria ya no es el DVD o formatos portátiles, sino la venta directa mediante descargas en Internet.
Por ejemplo, La putiza se vendió muy bien los tres primeros meses, hasta que cayó en la piratería y cayeron las ventas. La verganza tardó sólo tres días en entrar a la piratería, cuando Gerardo Delgado apenas estaba en los arreglos para la premier.
Y las cifras en la industria de la distribución son alarmantes: de acuerdo con Luis Llano, ejecutivo de marketing de Wham Picture, tan sólo en 2008 las ventas de películas pornográficas originales cayeron en 50%. En ese año, según cifras oficiales, se autorizaron 27 películas porno para exhibición pública y 28 para venta y renta, ninguna de ellas mexicana.
La última película mexicana que Wham Picture comercializó con éxito fue Barro ardiente (2007), cuyo casting se realizó en la ciudad de México el miércoles 28 de junio de 2006, ofreciendo a los actores sueldos desde siete mil 500 hasta 20 mil pesos diarios, coproducida por Private G. Channel y Venus Channel.
Pero por entusiasmo no ha quedado. Wham Picture recibió en propuesta en 2008 tres películas porno mexicanas, que no comercializó porque no cumplieron con los estándares de calidad que la empresa exige. “Eran pésimas, sexo casero con cámara fija, sin editar, sin guión, sin post producción, les tuvimos que decir que no”, señaló Luis Llano. Pero sus creadores no se desilusionaron. Las tres pueden comprarse en Tepito de todos modos o verse en Internet en cualquier blog o página mexicana, porque además, amateurs o no, casero o no, el porno mexicano tiene alicientes para instalarse en la Internet, como la ayuda que proporciona el blog vicisitudysordidez para que cualquiera monte su propia productora porno (www.vicisitudysordidez.blogspot.com/2007/06/lecciones-de-cine-cmo-montar-porno.html).
Las pérdidas para la industria cinematográfica mexicana en general se estiman en el orden de los 500 millones de pesos anuales, pero en el género porno son incalculables. Baste decir que prácticamente nadie (ni Exxxpose Producciones, ni Mecos Films ni Venus Channel han obtenido ventajas o ganancias sobre sus obras en México). Apenas en abril de 2008, la PGR y las industrias cinematográfica y discográfica crearon la la Asociación Protectora de Cine y Música (APCM).
De acuerdo con la Procuraduría General de la República, hasta el primer trimestre de 2008 se habían asegurado 18 millones de videogramas piratas, y aunque no se puede precisar a qué género pertenecen, se calcula que por lo menos el 50% era material pornográfico.
La caída libre en las producciones legales parece inminente. Al menos en 2009, sólo Mecos Films tiene planeado rodar una nueva película (Corrupción mexicana), y la mayoría tiene que irse a los mercados extranjeros al menos para salir tablas, pues México es el país más castigado por la piratería. Wham Picture ha dejado en segundo lugar su principal actividad, la venta y distribución de cine porno, por la venta y distribución de juguetes sexuales.
Y es una lástima para inversionistas, cineastas, actores y productores, porque México es, por la razón que fuere y que merece otro análisis muy aparte, uno de los más grandes consumidores de pornografía.
1 Citado en: www.amipci.org.mx/en_los_medios.php?mcmvme= cinco912 Referido por Miguel Ángel Morales en su Blog: http://miguel angelmoralex-porno.blogspot.com/2007/03/de-mxico.html3 Fuente: www.tuobra.unam.mx4 Referido durante una entrevista con Vera Mojica en www.gentesur.com.mx
Desafortunadamente, La putiza y La verganza no pudieron exportarse a Estados Unidos (por el uso de máscaras y otros efectos) aunque tuvo gran demanda en Europa y Japón. La verganza, en cambio, pasó casi desapercibida en México pero no en el extranjero.
En 2006 Delgado fundó Mecos Films su productora, y comenzó el rodaje de la trilogía de Selección mexicana, que se distribuyó muy bien en Estados Unidos y cuya trama es un reality show que aborda el tema de la industria porno gay en México. En su página Web ofrece diversos servicios, como mensajería, videos gratuitos, enlaces y chat. Pese a todo, aún no es negocio.
Actualmente está en proceso de casting para rodar Corrupción mexicana, que tendrá como trama este problema social que afecta a la sociedad y a las instituciones, y que será lanzada en marzo o abril de este año.
Mexican porn starsLos actores porno mexicanos prácticamente trabajan por amor al arte y a su exhibicionismo. Oscilan entre los 18 y los 25 años de edad y ganan muy poco. Gerardo Delgado afirma sin problemas: “Nuestros actores ganan cinco mil pesos por escena. Si nuestro protagónico realiza seis escenas, ganará 30 mil pesos. Y así”. De sus actores, sólo Alonso (La putiza y La verganza) causó sensación en Estados Unidos y fue invitado por productoras de aquel país, donde actualmente continúa su carrera. Pero la mayoría de sus actores sólo aparecen en una película, “cumplen su sueño, su fantasía, y se van”.
Y lo mismo sucede en las películas porno heterosexuales. La mayoría de actores son ocasionales, y los que se profesionalizan en este género, prefieren guardar absoluto anonimato, a diferencia de los actores estadounidenses, europeos o asiáticos, que se convierten en porn stars y celebridades reconocidas en el mundo.
Hay mexicanos actuando en Estados Unidos que no iniciaron su carrera en nuestro país, sino que hicieron casting o fueron invitados a actuar y llegaron para quedarse. Entre ellos están Daysi (que además actúa en películas mexicanas exclusivamente para Internet), Rubí, Fabiola, Bibí, Natalia, Tamara, Carlos, Esteban y Freddy (y el propio Alonso, en cine gay), que realizan cine porno latino, mientras que hay tres consagradas en el cine anglosajón: Adriana Sage, Haley Paige (fallecida en 2007 a los 25 años de edad) y Sativa Rose. Y además está Buck Angel, el primer y único porn star transexual masculino, nacido en Yucatán, con gran éxito en el mercado del género en el país del norte.
Industria en crisisDiversos factores han frenado la proliferación y el éxito de productoras de cine porno en México, a pesar del enorme mercado que hay en nuestro país. El principal: la piratería, pero también la producción misma, porque la tendencia actual en esta industria ya no es el DVD o formatos portátiles, sino la venta directa mediante descargas en Internet.
Por ejemplo, La putiza se vendió muy bien los tres primeros meses, hasta que cayó en la piratería y cayeron las ventas. La verganza tardó sólo tres días en entrar a la piratería, cuando Gerardo Delgado apenas estaba en los arreglos para la premier.
Y las cifras en la industria de la distribución son alarmantes: de acuerdo con Luis Llano, ejecutivo de marketing de Wham Picture, tan sólo en 2008 las ventas de películas pornográficas originales cayeron en 50%. En ese año, según cifras oficiales, se autorizaron 27 películas porno para exhibición pública y 28 para venta y renta, ninguna de ellas mexicana.
La última película mexicana que Wham Picture comercializó con éxito fue Barro ardiente (2007), cuyo casting se realizó en la ciudad de México el miércoles 28 de junio de 2006, ofreciendo a los actores sueldos desde siete mil 500 hasta 20 mil pesos diarios, coproducida por Private G. Channel y Venus Channel.
Pero por entusiasmo no ha quedado. Wham Picture recibió en propuesta en 2008 tres películas porno mexicanas, que no comercializó porque no cumplieron con los estándares de calidad que la empresa exige. “Eran pésimas, sexo casero con cámara fija, sin editar, sin guión, sin post producción, les tuvimos que decir que no”, señaló Luis Llano. Pero sus creadores no se desilusionaron. Las tres pueden comprarse en Tepito de todos modos o verse en Internet en cualquier blog o página mexicana, porque además, amateurs o no, casero o no, el porno mexicano tiene alicientes para instalarse en la Internet, como la ayuda que proporciona el blog vicisitudysordidez para que cualquiera monte su propia productora porno (www.vicisitudysordidez.blogspot.com/2007/06/lecciones-de-cine-cmo-montar-porno.html).
Las pérdidas para la industria cinematográfica mexicana en general se estiman en el orden de los 500 millones de pesos anuales, pero en el género porno son incalculables. Baste decir que prácticamente nadie (ni Exxxpose Producciones, ni Mecos Films ni Venus Channel han obtenido ventajas o ganancias sobre sus obras en México). Apenas en abril de 2008, la PGR y las industrias cinematográfica y discográfica crearon la la Asociación Protectora de Cine y Música (APCM).
De acuerdo con la Procuraduría General de la República, hasta el primer trimestre de 2008 se habían asegurado 18 millones de videogramas piratas, y aunque no se puede precisar a qué género pertenecen, se calcula que por lo menos el 50% era material pornográfico.
La caída libre en las producciones legales parece inminente. Al menos en 2009, sólo Mecos Films tiene planeado rodar una nueva película (Corrupción mexicana), y la mayoría tiene que irse a los mercados extranjeros al menos para salir tablas, pues México es el país más castigado por la piratería. Wham Picture ha dejado en segundo lugar su principal actividad, la venta y distribución de cine porno, por la venta y distribución de juguetes sexuales.
Y es una lástima para inversionistas, cineastas, actores y productores, porque México es, por la razón que fuere y que merece otro análisis muy aparte, uno de los más grandes consumidores de pornografía.
1 Citado en: www.amipci.org.mx/en_los_medios.php?mcmvme= cinco912 Referido por Miguel Ángel Morales en su Blog: http://miguel angelmoralex-porno.blogspot.com/2007/03/de-mxico.html3 Fuente: www.tuobra.unam.mx4 Referido durante una entrevista con Vera Mojica en www.gentesur.com.mx
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